viernes, 16 de julio de 2021

Entrevista sobre el libro “Allez, allez, reculez”

“Allez, allez, reculez”, un libro escrito en tiempos de exilio en posguerra civil española por el teniente republicano del País Valenciano Manuel Cervera Pomer, esta entrevista responderán sus hijo José Manuel y su nieto Raúl


1. ¿De dónde viene el libro “Allez, allez, reculez”?

(Raul, el nieto) El libro, a excepción del primer prólogo y el epílogo, fue escrito por entero por mi abuelo, el Teniente Manuel Cervera Pomer, en el año 1945, seis años después de los sucesos que se narran en el mismo. Evidentemente mi abuelo no podía hacer nada con sus escritos por aquel entonces, ya que no solo no pasaría la censura franquista, sino que le pondría una soga al cuello, tanto a él como a aquel que le avaló para salir del campo de concentración vasco en el que fue encerrado al volver a España. Por ello el manuscrito se perdió entre montones de libros. 75 años después, me encontraba yo rebuscando entre los libros de mi padre. Lo cierto es que tiene una colección de lo más interesante, más teniendo en cuenta que siento una predilección especial hacia los libros antiguos. Y de repente saque una especie de cuaderno polvoriento, de color rojo, escrito a maquina y lleno de tachones, correcciones y anotaciones a mano. “Allez, allez, reculez”, ponia. “Es el libro de tu abuelo, léelo si quieres”, dijo mi padre.

Realmente tardé más de lo que esperaba en leerlo, pero despertó mucho interés en mí. Siempre he creído que las historias deben contarse en primera persona, y ese libro contaba a través de mi abuelo, la historia de miles de personas que sufrieron la experiencia del destierro, de la persecución y la derrota. Ese libro debía publicarse, esa historia debía conocerse. De ahí viene el libro, del deseo y el compromiso de hacer que el mundo conozca la realidad que se vivió en este país hace menos de un siglo.


2. ¿Quién fue Manuel Cervera Pomer? (Jose Manuel, el hijo)

Es curioso. Su padre era Maestro Nacional pero estaba muy enfermo. Eso hacía que Manuel le sustituyera algunas veces en la escuela. Pero el padre murió el año 31, cuando Manuel tenía 16 años. Lo que quiere decir que a los 16 años se ocupaba de la escuela de su padre. Tanto su padre como su abuelo (este escribió una Gramática Castellana que se estudió durante mucho tiempo) publicaban y preconizaban la pedagogía que emanaba de la Institución Libre de Enseñanza. Y en el caso del padre había una tertulia en su casa a la que el hijo acudía. No eran sólo las fuerzas más liberales y avanzadas del pueblo y frecuentemente de la capital o de fuera, sino que la amistad de Manuel con Alejandro Gaos nació allí. Pero el año 36, siendo un chaval, se fue a la guerra. Y el 39 regresó junto a su madre siendo un rojo peligroso (con 23 años) para el Régimen franquista.

Sobre todo fue un hombre honesto, íntegro, justo. Muy culto. Trabajó en peso público y nunca aceptó un soborno. Tuvo cuatro hijos que fueron a la Universidad y cuando en los años 60 empezó a ganar dinero se vengó a su manera de la sociedad. A los 65 años ingresó en la Universidad y se hizo investigador visitando archivos y bibliotecas de toda España.


3. ¿Por qué la portada se lee “Arriba España”?

(Raul) He de confesar que me encanta responder esta pregunta, principalmente por lo poético del asunto. La portada del libro es la historia de un grafiti de mi barrio. Un buen día apareció en una pared cercana a la parada de Benicalap del tranvía de Valencia, un grafiti que era un puño alzado con la bandera republicana pintada. Nada más. La siguiente vez que pase por delante, alguien había escrito “arriba España” sobre el puño, y había añadido símbolos fascistas. La siguiente vez habían tachado ese “arriba” y habían escrito “puta”. Y así fueron apareciendo proclamas fascistas y rojas, unas sobre otras. A mi me hizo gracia ver ese panorama, ese grafiti republicano original se había transformado en una suerte de batalla ideológica que se manifestaba a través del arte urbano. Me pareció algo poético, precioso, la verdad. Y lógicamente fue lo primero que me vino a la cabeza cuando toco escoger una portada. Y lo mejor de este asunto es que cualquiera que pase por allí aún puede ver ese mismo grafiti que tanto me dijo a mí.


4. ¿Qué nos cuenta este libro y que podemos aprender de esto?

(Raul) Este libro es un relato completamente autobiográfico que cuenta las experiencias que sufrió mi abuelo desde su salida de España tras la Guerra Civil hasta su vuelta en el 39. Concretamente las experiencias inhumanas de maltrato y vejación del campo de Argeles, y las quizá un poco mejores condiciones del campo de Gurs. En el primero el relato es de pura supervivencia, en el segundo el discurso es un tanto más ideológico. Lo que podemos aprender de esto es un fragmento de la historia reciente de nuestro país que debe ser recordado. Y uso el imperativo de forma muy consciente, porque tengo muy claro aquello de “si olvidamos nuestro pasado estamos condenados a repetirlo”. Y viendo como está el panorama actual dudo que la estrategia de olvidar para superar sea efectiva.


5. ¿Hay algo heroico en la guerra o la experiencia del exilio?

(Ambos) Mi abuelo fue un chaval que a los veintiún años tomó el fusil para luchar voluntariamente contra el fascismo. El quiso defender sus ideales aun a riesgo de morir y matar. Aunque él nunca reconoció haber matado a nadie. Si me preguntan si veo heroicidad en ese acto, debo responder que sí. Pero hay algo por debajo de ese relato, y es un ser humano real, un ser humano que se vio obligado a marchar y que veía la experiencia de su propia muerte casi a diario, que se dedicaba a ligar con muchachas porque disfrutaba mucho de la seducción, que se fue al exilio y que no paró de repetir “yo morí en la guerra” hasta que realmente murió en el 98. No, en esa historia real no hay héroes ni villanos. No creo que en la vida real hay cabida para relatos fantasiosos de héroes y villanos. Desde mi punto de vista mi abuelo fue un niño al que le obligaron a coger un arma por defender una justicia obvia. Ya he dicho que admiro la decisión de mi abuelo, y me gusta pensar que yo tomaría la misma, por deber, por ideales, es igual.

Reconozco de igual manera mi admiración por grandes personas como Durruti o la Pasionaria, pero son personas, con sus defectos y sus vidas. Vidas que fueron destrozadas, que se entregaron en esa matanza a la que los fascistas les obligaron a marchar. No hay heroicidad en eso. Solo veo tristeza y sacrificio.

(Jose Manuel) Se lo preguntas precisamente a un héroe de guerra. A un hombre que tuvo que enterrar su medalla al valor en la arena de la playa en un campo de concentración francés antes de regresar a España. A un hombre que se fue voluntario a la guerra con 21 años y que en dos años era Teniente. A un hombre que, como todos los demás, hombres, mujeres, ancianos, enfermos, niños, lucharon por sus ideales, por su República, por su Libertad, por su Bandera, por su pueblo, por su tierra, contra la bestia salvaje del fascismo. Ellos morían bajo las bombas, bajo los caballos, bajo las balas. Eran héroes, por supuesto. Pero si lo fueron en la guerra, mucho más lo fueron en los campos de concentración de la democrática Francia. En Argelès, sin agua, sin comida, sin cobijo, sin salud tuvieron que ser héroes para sobrevivir a las torturas, a las violaciones, a los caballos, a los senegaleses.


6. ¿Cómo calificarías el exilio de los/as republicanos?

(Jose Manuel) Esta pregunta me confunde. ¿Exilio? Impecable. Hay exiliados en Francia, México, Argentina, toda América Latina, Marruecos y Argelia y casi toda Europa. En general con todos los problemas que tiene un exiliado fueron aceptados, formaron sus familias y se adaptaron al país. No es lo mismo si consideramos como fue cruzar la frontera. A los campos. Cuando del campo salía un barco eras un exiliado. Si regresabas a España eras un cochino perro rojo. Si ayudabas a Francia en su guerra podías morir en cinco minutos o acabar siendo un héroe.


7. ¿Cómo definiríais a Manuel Cervera Pomer?

(Jose Manuel) Un hombre honesto. Trabajador, íntegro, luchador, buen padre. Muy amargado. “Mi vida terminó cuando perdí la guerra”.


8. ¿Cómo fue el trato hacia vuestro abuelo/padre cuando llegó a Francia?

(Jose Manuel) Magnífico. Lleno de amor, empatía, solidaridad. La democrática Francia con su pacto de no agresión dejó que las bestias pardas de Hitler, los fascistas italianos y los fachas españoles mataran, bombardearan, masacraran a los republicanos españoles pensando que si mataban españoles no matarían franceses. Y cuando la República fue humillada y vencida y la gente empezó a cruzar la frontera.

Siempre nos quedará Argelès. Arena, sin agua, sin comida, sin tiendas, sin letrinas. Los senegaleses, los marroquíes a caballo, los gendarmes…. Hambre, falta de higiene, sin sanidad, violaciones, tortura, prostitución… El trato fue "magnífico"


9. ¿Cómo llegasteis a publicar el libro?

(Raul) He de reconocer que el proceso de publicación del libro fue más arduo y tedioso de lo que esperaba. Se llevó a cabo por unas convicciones férreas que tanto mi padre como yo tenemos, y se sumaron, quizá, mis sueños de juventud. Lo primero por lo que tuvimos que pasar, mucho más mi padre que yo, fue la transcripción y corrección de un libro escrito a máquina, lleno de faltas de ortografía y tachones a mano. Un esfuerzo titánico. Lo segundo fue el Covid, que como a todos nos hizo ir a ciegas, la venta y las presentaciones fueron caóticas, hasta el punto de presentar el libro casi un año después de publicarlo y a nada de acabar existencias. Al final, gran parte del mérito se lo lleva el facebook de mi padre. Y lo último ya fue la presentación. Con sus nervios, su presión, y lo divertido que fue para mi. Era la primera vez que hablaba en público más allá de las experiencias del colegio.


10. ¿Qué mensajes queréis hacer llegar a las juventudes de hoy en día?

(Raul) En primer lugar una defensa ideológica que reza “el fascismo debe ser combatido”, porque lo que vivió mi abuelo es lo que sucede cuando se permite que el fascismo pulule por la sociedad como si de otra ideología igualmente válida se tratara. El fascismo es la mayor bajeza de nuestra especie, es lo que demuestra que en ocasiones somos monstruos. En segundo lugar hay una reflexión humanista, mi abuelo aún tuvo suerte, porque fue torturado física y mentalmente, porque fue represaliado, pero pudo sobrevivir. Aunque quiero recordar ese “yo morí en la guerra”. Pero hoy por hoy, tenemos a nuestros muertos en cunetas, hijos de republicanos siguen criándose como mexicanos o franceses. Hoy por hoy aun hay familias que no saben lo que les paso a sus padres o abuelos.

Y esa gente merece dignidad, eso es lo más importante. A las personas que pensamos así nos acusan de reabrir heridas, pero no se dan cuenta de que las heridas siguen abiertas a causa de un olvido forzoso, a causa de la deshumanización de nuestros muertos. Eso no se puede tolerar. Y por último me gustaría lanzar una última reflexión a esos jóvenes que puedan leerme ahora. Nunca se debe dejar de luchar. Jamás. Porque todas las luchas que buscan la dignidad de las personas son mi lucha, nuestra lucha. Porque el mundo debe ser mejor. Porque hasta que todos seamos libres, nadie lo es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario