1. ¿Qué es Organización Comunista Revolución?
Revolución es una
organización comunista, es decir, que entiende que el capitalismo es
un sistema injusto y despilfarrador, donde la parte de la población
que lo produce todo, y se queda con lo justo para vivir el día a
día, la clase obrera, puede y debe quitarse de encima a la élite
empresarial que, llegados a este punto de la Historia, se dedica
básicamente a aprovecharse del trabajo ajeno para hacer cada vez más
grandes sus negocios. Así, la clase obrera, junto al resto de la
población trabajadora, podría reorganizar la economía y construir
un Estado nuevo al servicio de los intereses mayoritarios de la
población, construir un poder obrero que garantizase el progreso
social, un sistema Socialista.
Como pensamos que la
burguesía no va a regalar lo que considera “suyo por derecho”,
por mucho que sea fruto del esfuerzo de la clase trabajadora en su
conjunto, y que toda la administración y los cuerpos de coerción, o
sea el Estado “democrático”, está construido en última
instancia para garantizar la sostenibilidad de ese sistema económico,
de esa propiedad privada de los medios de producción, a la clase
obrera no nos dejan más alternativa que prepararnos para un
movimiento revolucionario que cambie definitivamente las cosas.
Y no podemos confiarnos
y pensar que todo el aparato político, burocrático y represivo que
cuenta con “lo mejor de lo mejor” de los servidores del
empresariado va a ceder frente a un movimiento espontáneo o un
estallido social momentáneo, debemos contar con un Partido político
que, estando enraizado en la clase obrera y siendo referente de la
población tanto por su esfuerzo en la lucha social como por su
claridad a la hora de analizar, planificar y explicar, organice todos
los pasos necesarios para que todo sea posible.
Esa organización que
queremos es el Partido Comunista y pensamos que es claro que hoy por
hoy ninguna organización comunista de las existentes en nuestro país
somos esta organización, de modo que, como nuestro principal
objetivo, trabajamos activamente por construir este Partido Comunista
a través de la formación teórica y práctica, la estructuración
en base a una disciplina consciente y el centralismo democrático, la
planificación política y otras cuestiones internas de la
organización, la agitación y la propaganda, así como la lucha
junto al resto de la clase obrera, principalmente a través de los
sindicatos obreros, estudiantiles y los colectivos feministas.
2. ¿Por qué antes
os llamabais JCE(ml)?
La mayoría de las
personas que fundaron la Organización Comunista Revolución
representaban anteriormente la mayoría de la JCE(m-l) y por
diferencias políticas y organizativas decidieron separarse del
PCE(m-l). Durante el tiempo entre esa separación y el Congreso
fundacional de Revolución, aproximadamente 1 año de debates
importantes, se mantuvieron las siglas, aunque siguiera
incorporándose nueva militancia.
Es importante remarcar
que hoy en día la mayoría de la militancia de la Organización
Comunista Revolución no ha formado parte nunca del PCE(m-l), y una
gran cantidad de esta militancia ni siquiera formó parte de la
JCE(m-l) ya independiente, sino que se incorporó tras el Congreso
fundacional de Revolución.
Es decir, la JCE(ml) es
una organización distinta a la nuestra, enmarcada de proyectos
políticos diferentes y sin vinculación alguna.
3. ¿Por qué
decidisteis separaros del PCE(ml)?
Por lo comentado en la
anterior pregunta, esto no es para nuestra organización una cuestión
de actualidad o que nos defina. Por dar una respuesta concisa, las
personas de la JCE(m-l) que en su día se separaron del PCE(m-l) no
compartían los postulados políticos y organizativos principales de
aquella organización. Dado que tanto nuestros posicionamientos como
los suyos son públicos en muchas materias, no creemos necesario
entrar en detalles, dado que, como hemos indicado, nuestra
organización no es ni por enfoque, ni por composición numérica,
una organización que se haya separado de otra.
4. ¿Estáis a favor
de la reconstrucción del "Partido Comunista"?
No sólo estamos a
favor sino que lo consideramos el objetivo estratégico principal
para el momento político actual. Entendemos que sin una organización
política revolucionaria con gran dominio del marxismo-leninismo como
herramienta de análisis, con una implantación fuerte dentro de la
clase obrera y una cierta representatividad dentro del resto de
sectores de la clase trabajadora, sería absurdo que nos planteáramos
retos políticos más complejos porque no tendríamos la herramienta
para superarlos. Por eso entendemos que la clave (de nuestra
organización y de otras tantas) es encontrar las tácticas más
efectivas para construir esa herramienta política.
5. ¿Qué significa
para vosotros la reconstrucción del "Partido Comunista" y
cómo se lleva esta tarea a cabo con otras organizaciones comunistas? IC, UP, PTD, PCPE...
Teniendo en cuenta la
importancia que le damos a este objetivo, seguimos en proceso de
debate, profundizando tanto en los elementos como en las vías para
la Reconstrucción. Sin embargo sí que podemos aportar ya algunas
ideas que tenemos claras. Entendemos la reconstrucción del Partido
Comunista como el proceso que supone la fusión entre el socialismo
científico y el movimiento obrero:
El primer elemento hace
referencia a una organización y una dirección política con gran
capacidad de uso del marxismo-leninismo como herramienta de análisis.
Esto pasa por un profundo conocimiento de la experiencia histórica
del movimiento revolucionario de cara a poder sacar conclusiones de
sus aciertos y errores.
El segundo elemento, el
movimiento obrero, se refiere a que el Partido Comunista debe
construirse aprendiendo a dirigir las luchas de la clase obrera,
siendo esta la materia prima del mismo tanto en militancia como en
base y apoyo social. Esto se debe principalmente a que es la única
que por su posición en la producción tiene la fuerza tanto para
tumbar al Capitalismo como para construir una alternativa socialmente
justa, el Socialismo. Sin embargo, es cierto que tras numerosos
fracasos, traiciones y decepciones la clase obrera está muy alejada
de la perspectiva comunista y el reto de cualquier organización
revolucionaria consecuente en estos momentos es elaborar formas
efectivas de trabajo ideológico entre la misma.
Explicado muy
sucintamente, como lo hemos hecho en otros artículos como los que
sacamos con motivo del centenario de la revolución soviética,
creemos que el reto actual es atraer y formar en el comunismo a la
parte más decidida, valiente y progresista de la clase obrera, a la
vez que, junto a esa parte de la clase obrera, aprendemos a dirigir
en la lucha a capas ideológicamente menos cercanas de la clase
obrera y el resto de la población trabajadora.
Con esto enlazamos el
trabajo con otras organizaciones. La reconstrucción del Partido
Comunista no es la suma de los distintos destacamentos comunistas,
por un lado porque la clase obrera seguiría al margen de ese proceso
y por otro porque esa vía se ha demostrado como fallida con las
distintas unificaciones de organizaciones comunistas que han acabado
en ruptura. Nosotros entendemos que el trabajo y el debate con otras
organizaciones comunistas cuya línea sea reconstruir el Partido y el
trabajo político-ideológico entre la clase obrera es fundamental y
así lo hacemos. Pero no entendemos estos contactos como un camino
que nos lleve a la unificación entre destacamentos. Lo entendemos
como una forma de contrastar la distintas orientaciones tácticas (ya
que es cierto que estamos intentando llegar a los mismos objetivos
por caminos distintos) haciendo balances honestos, de forma que sea
la práctica la que demuestre los aciertos de unos y otros.
Entendemos también que ninguna de las líneas va a ser plenamente
acertada y que de cada una se sacarán aciertos y errores, por lo que
consideramos fundamental desarrollar formas de debate honesto entre
organizaciones que superen rivalidades o enfrentamientos sectarios.
Es precisamente mediante este proceso por el que podemos que puede
darse una cohesión de línea política en el Movimiento Comunista de
España al que seguirá una unidad orgánica.
6. ¿Apoyáis la
lucha sindical?
Para responder a esta
pregunta, que es muy amplia, hay que empezar con un matiz: la lucha
sindical no se apoya,
la lucha sindical tiene lugar independientemente de que las y los
comunistas simpaticen más o menos con ella.
La lucha sindical es
una tendencia natural de la clase trabajadora en sus distintas formas
y estratos, dado que desde un punto de vista económico no es más
que la negociación en grupo de las condiciones en que las y los
trabajadores venden su capacidad de trabajar al empresariado.
La propia naturaleza
espontánea de la lucha sindical entraña contradicciones y
cuestiones peliagudas, como por ejemplo Antonio Gramsci explicaba en
su artículo Sindicatos y
Consejos: implica que el
sindicato juegue por un lado el papel de organizador de la lucha por
unas mejores condiciones de trabajo en el marco del sistema
capitalista y por otro el de disciplinante de su propia afiliación
para garantizar que los acuerdos adquiridos son respetados por parte
de sus afiliados, que la clase obrera respeta la legalidad “acordada”
con la burguesía, de manera que la burguesía esté dispuesta a
llegar a acuerdos y el sueldo siga llegando a casa. Además, la
especialización y carácter multidisciplinar de las reivindicaciones
sindicales lleva también de forma natural a la dotación de
estructuras más o menos permanentes y muy grandes.
Todo ello combinado
trae consigo un alto riesgo de acomodo y burocratización, o en el
menor de los casos de cierto distanciamiento hacia su afiliación, de
la estructura de cualquier sindicato realmente influyente.
Como también explica
Gramsci en el mismo documento, el sindicato en última instancia
siempre va a tener que hacer cumplir los acuerdos, al menos por norma
general, a los que llega con la burguesía, para consolidarlos y para
garantizar que su propia base obrera entiende la necesidad en el
corto plazo de estar en esa organización.
Entonces la pregunta
clave es: ¿Qué hacemos las y los comunistas con los sindicatos?
¿Qué hacemos con una actividad social que encuadra y empuja
periódicamente a las y los trabajadores a pelear por sus condiciones
de vida, a experimentar su potencial fuerza, a tener una primera
experiencia clara de quién es su enemigo; pero que a la vez entraña
en sí misma la tendencia al acomodo, al respeto a la legalidad
burguesa y sus acuerdos temporales?
Nuestro papel en los
sindicatos debe ser superar la tendencia al conformismo, al
legalismo, al acomodo. Nuestro papel es explicar y demostrar por la
propia experiencia cercana de la clase obrera que los acuerdos
adquiridos con la burguesía no son más que el resultado de una
lucha frente a ella, de algo que se le ha conseguido arrancar
temporalmente a la burguesía, pero que no puede ser tomado como algo
permanente y exitoso, sino tan solo un paso o un mal menor, según se
tercie.
Debemos trabajar por
ser una referencia tanto por nuestro empuje y capacidad de análisis,
organización y valentía en los momentos de avance o resistencia y
confrontación, como por nuestra moral, capacidad crítica y visión
de conjunto y de futuro en los momentos posteriores al acuerdo o de
desánimo.
A la vez, como en
cualquier otro espacio masivo, debemos trabajar por vincular esa
experiencia de primera mano de nuestras compañeras y compañeros de
trabajo y sindicato con la necesidad de la organización de una
revolución socialista, con la organización de un Partido Comunista
capaz de llevarla a cabo, con el análisis marxista.
Progresivamente, como
complemento con igual peso a los sindicatos, deberemos ir trabajando
por impulsar espacios de lucha que trasciendan las paredes de la
fábrica, la tienda o la oficina, que amplíen las perspectivas de
lucha más allá de la mejora de las condiciones económicas de vida.
Espacios de obreros y obreras revolucionarias que acentúen el
aspecto combativo de la lucha económica pero que también
contribuyan a vincular de forma efectiva su fuerza como motor
económico de la sociedad capitalista con el resto de causas sociales
a las que el comunismo puede dar respuesta.
7.¿En qué sindicatos
consideráis que se puede apoyar mejor a los trabajadores y
trabajadoras?
Para responder a esta
pregunta hay que analizar la realidad sindical en nuestro país:
Como es normal, en
nuestro país la sindicación es especialmente alta en el sector
industrial, más aún cuanto más grande es la fábrica, y menor en
las subcontratas y talleres auxiliares a estas fábricas, pero
igualmente alta en comparación al resto de sectores laborales.
Esto no es casualidad.
Siempre ha sido así, y responde a la mayor fuerza que la clase
obrera de la gran industria puede mostrar y a la vez a la
imposibilidad de la burguesía para “comprar” durante mucho
tiempo con buenas condiciones de trabajo a todo este sector de
nuestra clase. Esto se debe por un lado a las condiciones en que se
desarrolla la producción: es el cuello de botella, el punto clave de
la producción, en el que la burguesía debe optimizar los recursos
al máximo y no puede permitirse despilfarros ni regalos; al ser el
plato fuerte de la producción mundial, también es el plato fuerte a
la hora de dañar dicha producción y confrontar con la burguesía.
Por otro lado, y como hasta los pensadores postmodernos reconocen, en
la gran industria los ritmos de trabajo y las grandes cantidades de
mano de obra necesaria facilitan e incluso espolean el compañerismo,
la disciplina y la compenetración.
De todos modos, cuando
se hace el promedio de la afiliación entre todos los sectores de la
clase trabajadora en España, el resultado está entorno al 15%, algo
por encima. Ya de por sí, estas no son cifras nada despreciables,
teniendo en cuenta que la mayoría de movimientos a las que las
asociaciones políticas de activistas
(sean o no comunistas) de este país dedican (dedicamos) gran parte
de sus esfuerzos no tienen ni de lejos un nivel de representación
numérica comparable, aunque sean muy importantes para el aprendizaje
y la lucha de la clase trabajadora.
Pero estas cifras son
aún más matizables cuando se tiene en cuenta que el modelo de
representación sindical de este país desincentiva la afiliación a
un sindicato, porque los sindicatos negocian, por medio de la
representación electa en elecciones sindicales, los acuerdos de toda
la clase trabajadora de un ámbito (empresa, sector provincial…).
Si independientemente de pertenecer o no a un sindicato el sindicato
negocia por cada persona asalariada, está claro que hay menos
incentivos para afiliarse a uno.
Por último, en este
sentido más general, tanto nuestra experiencia de primera mano, como
la efectividad y virulencia de los conflictos laborales en nuestro
país nos permiten constatar que, si bien no toda la clase obrera
afiliada a un sindicato es combativa o siquiera progresista, la clase
obrera (que no está en paro) y es más combativa (en el sentido de
que puede y logra dar combates, no de que posa como si los diera) y
progresista está, por lo general, afiliada a un sindicato. Ser
sindicalista mínimamente consecuente en este país no es un chollo,
como demuestran las sentencias, sanciones, desventajas y despidos
contra sindicalistas a lo largo de todo el territorio del Estado.
Una vez acotado esto,
tenemos que analizar la distribución de la clase trabajadora
sindicada en cada sindicato que opera en el territorio del Estado:
El primer sindicato en
afiliación y representación es Comisiones Obreras (CCOO), con
alrededor de 1 millón de personas afiliadas y presencia en todos los
sectores. Comprobando las cifras entorno a su implantación y perfil
de afiliación, cifras que encajan con nuestra experiencia de primera
mano, en CCOO están presentes la mayoría de trabajadoras y
trabajadores rasos
y progresistas sindicados de cada sector. La posición mayoritaria de
la afiliación es progresista, incluso en muchas ocasiones a la
izquierda de la socialdemocracia, y no existe una fuerza política
dominante en dicho sindicato.
La mayoría de la
afiliación se implica, como mucho, en las decisiones que le tocan más de cerca,
precisamente donde la posición de CCOO suele ser más resuelta. Esto
significa que para estar en CCOO no es necesario compartir cada uno
de sus posicionamientos oficiales, ni siquiera posicionarse al
respecto.
Por otro lado, el
enfoque territorial y no de
gremio de CCOO favorece
su expansión, la afiliación de clase trabajadora de diferentes
sectores, incluyendo algunos más precarios. Como nota en este
sentido, se puede comprobar cómo ha crecido la afiliación y
representatividad de CCOO en el sector de la hostelería y comercio
los últimos meses, una vez se ha estabilizado la “explosión” de
empleo precario en las franquicias de ese sector, a las que fue a
parar gran parte de la juventud trabajadora con idea de ganar un
dinero temporalmente y buscar algo mejor, hasta que finalmente ha
visto que es difícil salir de la espiral de empleo precario en el
sector servicios y vale la pena reivindicar mejoras laborales.
CC.OO y UGT de Granda, en el sector de hostelería |
Es importante señalar
que en CCOO, teniendo la cantidad de afiliación que tiene, hay de
todo a muchos niveles. Se reproducen malas prácticas y prácticas
ejemplares desde el punto de vista del sindicalismo de clase, pero es
importante que una organización comunista siempre mantenga la cabeza
fría a la hora de apostar por una táctica de intervención.
Por estos motivos,
aunque no nos negamos por principio a intervenir en situaciones
concretas en otros sindicatos, entendemos que lo más práctico es
centrarnos en CCOO a la hora de desarrollar nuestra táctica en
movimiento obrero sindical.
Después de CCOO, con
cerca de medio millón de personas afiliadas, está la Unión General
de Trabajadores (UGT), vinculada al PSOE y con un perfil de
afiliación más moderada y, lo que sí supone un impedimento mayor,
con más presencia de supervisores-encargados
y otros cargos de mando bajo en la escala de la empresa, cosa que muy
a menudo lleva a UGT a ser el sindicato favorito de la empresa y el
que rompe la unidad de la plantilla en momentos de conflicto. Como
caso más negativo en este sentido tenemos que en el sector
industrial la UGT viene llevando una política agresiva de
convertirse en el sindicato
de empresa pasando por
encima del resto de la plantilla.
Por ello, no
intervenimos en UGT.
Después, y en lo que
seguramente sea una sorpresa para mucha gente, vienen varios
sindicatos abiertamente reaccionarios, como CSIF, USO o FETICO;
sindicatos con vínculos con la derecha política de este país, y
que generalmente están integrados por trabajadoras y trabajadores
que prefieren construir su identidad y organización en base a sus
“pequeños privilegios” en el lugar de trabajo, a costa de
renunciar a la mayoría de reivindicaciones colectivas e incluso
colaborando en la represión sindical.
Es tras estos
sindicatos que por fin volvemos a encontrarnos otros con base
afiliativa progresista, como Intersindical o CGT, que tienen pequeños
picos de representatividad localizada en algunos sectores o empresas
concretas. Por desgracia, existen en muchas ocasiones roces o incluso
hostilidad entre la propia base afiliativa de CCOO con la de estos
sindicatos, lo que supone una dificultad añadida a la hora de que la
militancia de una misma organización política participe en varios
sindicatos a la vez.
CGT en lucha con los trabajadores de Amazon |
También hay sindicatos
con una afiliación progresista y con gran peso en ámbito sectorial,
como el CETP en la estiba, o territorial, como los nacionalistas CIG
y LAB. Sobre estos casos específicos no nos hemos encontrado en la
tesitura de analizar cuál sería la mejor táctica de intervención,
aunque desde luego su cantidad de afiliación es un factor a tener en
cuenta.
Por todo esto es que
nuestra organización centra hoy por hoy su esfuerzo en el movimiento
obrero sindical en la intervención en CCOO tratando de trabajar de
la forma más apegada posible a la realidad a pie de tajo de cada
compañera y cada compañero, fomentando aspectos como la solidaridad
entre sectores de la clase obrera y la necesidad de un enfoque
consecuente y a la ofensiva de la acción sindical.
8. ¿Qué opináis
de la pasada huelga feminista del 8 de Marzo? ¿Se puede considerar
como una huelga de clase?
La movilización del 8
de marzo ha superado todas las expectativas al respecto y ha logrado
sacar a la calle a la práctica totalidad de las mujeres de la clase
trabajadora y las capas medias que se identifican con el espectro
político progresista.
La convocatoria de
huelga en sus distintos formatos logró que además una parte
importante de la clase obrera, con especial seguimiento en la gran
industria, se pudiera sumar desde su lugar de trabajo realimentando y
visibilizando aún más la protesta. Además, como aspecto
interesante de la protesta, muchas mujeres jóvenes aprovecharon la
mañana para realizar movilizaciones, cortes de calle espontáneos y
otras acciones que le dieron un carácter verdaderamente
reivindicativo a la jornada.
El feminismo en nuestro
país viene estando al alza desde poco después del inicio de la
crisis, como un espacio de movilización y protesta permanente
precisamente por la agresión permanente que supone el patriarcado.
Es un movimiento que
tiene muchas vertientes: ha calado mucho en la clase trabajadora,
tanto en los sindicatos como en los colectivos mayoritariamente
juveniles feministas de clase, también entre capas más acomodadas,
lo que a su vez favorece que aparezca en la arena política de la
mano de distintos partidos electoralistas como Podemos o el PSOE a su
manera.
huelga del 8 de Marzo de 2018 |
La movilización del 8
de marzo fue interclasista y espontánea, lo que responde a la
configuración actual de las luchas sociales en nuestro país, y a la
ausencia de un movimiento político que pueda dar una respuesta
tajante al patriarcado, que solo puede empezar a solventarse
definitivamente con una revolución socialista. En ese sentido, como
casi todo en nuestra sociedad, no se puede decir que tuviera un
carácter de clase.
No obstante, entendemos
que ha sido una movilización que tiene dos aspectos: por un lado,
supone un buen revulsivo para que el feminismo siga apareciendo como
un vector de adopción de ideas progresistas y, muchas veces,
revolucionarias, por parte de las mujeres de clase obrera, así como
para su empoderamiento personal y la consecuente facilidad para
organizarse y luchar; por otro lado, por el que le toca a las capas
medias y más acomodadas, no creemos que esa parte del movimiento
vaya a dar más de sí: una jornada de gran movilización y vuelta a
casa a esperar pacientemente reformas que no van a llegar por la
impotencia del reformismo electoralista.
Como el resto de
compañeras de nuestra clase social, compartimos la alegría por la
que fue una gran jornada de movilización y seguiremos a pie de calle
impulsando un feminismo de clase y combativo.
8. ¿Cómo se podría
cambiar a partir de ahora la condición socio/económica de las
trabajadoras con la última huelga del 8 de Marzo?
Seguramente ya se haya
respondido en buena parte en la pregunta anterior. Básicamente
creemos que esta movilización está facilitando la toma de
consciencia y de organización por parte de muchas mujeres de clase
trabajadora, aunque dada la ausencia de un movimiento cohesionado y
estructurado, dirigido por las mujeres más oprimidas, las de clase
obrera, no existía todavía una plataforma de reivindicaciones
planteada de forma unificada y, por tanto, no creemos que vaya a
mejorar sustancialmente la situación de las mujeres trabajadoras
todavía.
9. ¿Por qué se
dice que la lucha de los pensionistas es la lucha de todos?
Es evidente que, aunque
quienes están llevando la iniciativa en la lucha por las pensiones
son los y las actuales pensionistas, esta causa implica a toda la
clase trabajadora. Porque lo que está en juego no es sólo que las
pensiones de hoy se ajusten al coste de la vida, sino la misma
continuidad del sistema público de pensiones.
Desde el Gobierno no
dejan de enviarse mensajes que ponen en duda la sostenibilidad de las
pensiones a largo plazo y se anima a la población a que opte por
planes privados. Es cierto que en un país imperialista como España
la longevidad crece, pero no es ésta la que hace insostenible las
pensiones: lo que las hace insostenibles son las actuales relaciones
de producción basadas en la propiedad privada capitalista.
Tenemos de un lado a la
burguesía, una minoría parasitaria que no sólo aumenta su tasa de
beneficio año tras año (las empresas del IBEX35 no dejan de
crecer), sino que además se beneficia de bonificaciones públicas
por “crear empleo”: de esto se habla poco, pero la caja de la
Seguridad Social se está vaciando también con subvenciones
destinadas a “promover la contratación”.
Al otro lado está la
clase obrera, que somos quienes llenamos la hucha de la Seguridad
Social con nuestro trabajo diario pero, claro, las sucesivas reformas
laborales nos condenan a niveles de explotación cada vez más altos,
con salarios más ajustados, con más horas extras fuera de nómina,
mayor temporalidad, etc., etc. por no hablar de la tasa de desempleo,
una enfermedad crónica inherente al capitalismo. Así es evidente
que la capacidad de cotización de nuestra clase se ve mermada.
El problema, como
decíamos, no es que la población envejezca, sino que la burguesía
nos expolia cada día más. Debemos situar el debate en el terreno de
la lucha de clases, porque es precisamente ahí a donde lo dirigen
los capitalistas, que pretenden exprimirnos todavía más
obligándonos a abrir planes de pensiones en sus bancos. Aumentan la
tasa de plusvalía en los centros de trabajo mientras abren un nuevo
negocio a costa de nuestro derecho a jubilarnos: la jugada les puede
salir redonda si no les paramos los pies.
10. La proclamación
de la DUI en Catalunya a vuelta a España del revés ¿Qué opináis
del referéndum realizado por la Generalitat el 1 de Octubre de 2017?
Tanto
las jornadas previas a la celebración del referéndum, como durante
el propio 1 de octubre y días posteriores al mismo, se vivieron en
Cataluña días en los que parte importante de la clase trabajadora
catalana defendió la consulta desde una vertiente progresista: la
cuestión transcendía las inquietudes pro o antinacionalistas, pues
un sector de la clase obrera se organizó para defender que la
votación se pudiera realizar, desobedeció a las fuerzas de
seguridad del Estado y al gobierno español, y mostraron su más
enérgica repulsa y rechazo a la represión y a no poder decidir por
sí mismos sobre sus vidas y su futuro. Esos días nos parecen de
gran interés y valor, y debemos aprender de ellos. En relación a
esto, la escalada represiva desarrollada muestra el verdadero
carácter de esta democracia burguesa.
No
obstante, y a pesar de lo anterior, el
procés está encabezado
por un sector de la burguesía catalana con peor significación
económica e inferior capacidad para exportar capitales que la
oligarquía española (la cual, así mismo, tiene fuertes lazos con
una parte de la burguesía catalana no interesada en el proceso de
independencia) en pos de sus intereses. Por ende, nos parece
importante remarcar que la clase trabajadora no es quien está
dirigiendo el conflicto, sino que va a la zaga de la “revolució
dels somriures” orquestada
y encauzada por una parte de la burguesía catalana en su pugna
intercapitalista y, por ende, este conflicto es ajeno a los intereses
objetivos de nuestra clase social. En relación a esto remarcamos que
no queremos defender al Estado capitalista español o a una posible
República burguesa catalana, sino que el objetivo que perseguimos es
destruir el capitalismo.
Por
otro lado, esto último no quita que defendamos el derecho a la
autodeterminación de las catalanas y catalanes. La represión
desarrollada tanto durante la celebración del referéndum, como con
muchas otras muestras desde entonces, son las principales
manifestaciones de la opresión a la que somete la oligarquía
española al conjunto del pueblo catalán como nación, y
consideramos que la consecución del derecho a decidir en Cataluña
es indispensable para poder superar este conflicto.
11. ¿Apoyáis las
independencias de Catalunya y Euskadi o estáis a favor de la unidad
territorial y popular?
Nuestra organización
no es independentista, aunque entendemos que la mejor forma de
garantizar la unidad de la clase obrera es minimizar los
enfrentamientos en su seno, incluyendo aquellos derivados de la
opresión nacional.
En este sentido,
apoyamos el derecho a la autodeterminación tanto de Catalunya, que
lo ha reclamado ya, como de Euskadi, en el momento en que se plantee
allí como una prioridad en la agenda política, porque dado que por
su cohesión territorial, cultural, económica y sus lenguas
compartidas (catalán, euskera y castellano), son naciones, es
natural que de forma espontánea la cuestión nacional salga a la luz
periódicamente y la opresión nacional solo va a empujar a la clase
trabajadora a los brazos de la burguesía nacionalista.
Para que la clase
obrera no se vea arrastrada por programas chovinistas ajenos a sus
intereses, aquello que hay de justo en las reivindicaciones
nacionales debería verse reconocido y fomentado: los aspectos
culturales y la capacidad de autodeterminación.
Es decir, por concluir,
no podemos caer en el chovinismo español y pretender que la clase
trabajadora catalana o vasca trague sapos y culebras por una
pretendida “unidad” de la clase obrera española. La unidad de la
clase obrera de todo el territorio del Estado debe venir sobre la
base de una convivencia nacional justa, que permita parar los pies al
nacionalismo evidenciando su interés clasista, dejándolo sin
recursos con los que explotar la justa indignación popular ante una
flagrante agresión como es el artículo 155 o casos como el de los
jóvenes de Alsasua.
12. ¿Qué
aprendemos de los 100 años de la Revolución de Octubre y cómo
podemos aprender de esta para solucionar los problemas que genera la
lucha de clases en España?
Esta
es una pregunta interesantísima y sobre la que nuestra organización
ya redactó varios artículos que, por no alargar más la entrevista,
enlazamos a continuación:
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