“Allez, allez, reculez”, un libro escrito en tiempos de exilio en posguerra civil española por el teniente republicano del País Valenciano Manuel Cervera Pomer, esta entrevista responderán sus hijo José Manuel y su nieto Raúl
1. ¿De dónde viene el libro “Allez, allez, reculez”?
(Raul, el nieto) El libro, a excepción del primer prólogo y el epílogo, fue escrito por entero por mi abuelo, el
Teniente Manuel Cervera Pomer, en el año 1945, seis años después de los sucesos que se narran en
el mismo. Evidentemente mi abuelo no podía hacer nada con sus escritos por aquel entonces, ya que
no solo no pasaría la censura franquista, sino que le pondría una soga al cuello, tanto a él como a
aquel que le avaló para salir del campo de concentración vasco en el que fue encerrado al volver a
España. Por ello el manuscrito se perdió entre montones de libros.
75 años después, me encontraba yo rebuscando entre los libros de mi padre. Lo cierto es que tiene
una colección de lo más interesante, más teniendo en cuenta que siento una predilección especial
hacia los libros antiguos. Y de repente saque una especie de cuaderno polvoriento, de color rojo,
escrito a maquina y lleno de tachones, correcciones y anotaciones a mano. “Allez, allez, reculez”,
ponia. “Es el libro de tu abuelo, léelo si quieres”, dijo mi padre.
Realmente tardé más de lo que
esperaba en leerlo, pero despertó mucho interés en mí.
Siempre he creído que las historias deben contarse en primera persona, y ese libro contaba a través
de mi abuelo, la historia de miles de personas que sufrieron la experiencia del destierro, de la
persecución y la derrota. Ese libro debía publicarse, esa historia debía conocerse. De ahí viene el
libro, del deseo y el compromiso de hacer que el mundo conozca la realidad que se vivió en este
país hace menos de un siglo.
2. ¿Quién fue Manuel Cervera Pomer? (Jose Manuel, el hijo)
Es curioso. Su padre era Maestro Nacional pero estaba muy enfermo. Eso hacía que Manuel
le sustituyera algunas veces en la escuela. Pero el padre murió el año 31, cuando Manuel tenía
16 años. Lo que quiere decir que a los 16 años se ocupaba de la escuela de su padre. Tanto su
padre como su abuelo (este escribió una Gramática Castellana que se estudió durante mucho
tiempo) publicaban y preconizaban la pedagogía que emanaba de la Institución Libre de
Enseñanza. Y en el caso del padre había una tertulia en su casa a la que el hijo acudía. No
eran sólo las fuerzas más liberales y avanzadas del pueblo y frecuentemente de la capital o de
fuera, sino que la amistad de Manuel con Alejandro Gaos nació allí.
Pero el año 36, siendo un chaval, se fue a la guerra. Y el 39 regresó junto a su madre siendo
un rojo peligroso (con 23 años) para el Régimen franquista.
Sobre todo fue un hombre honesto, íntegro,
justo. Muy culto. Trabajó en peso público y nunca aceptó un soborno. Tuvo cuatro hijos que
fueron a la Universidad y cuando en los años 60 empezó a ganar dinero se vengó a su manera
de la sociedad. A los 65 años ingresó en la Universidad y se hizo investigador visitando
archivos y bibliotecas de toda España.
3. ¿Por qué la portada se lee “Arriba España”?
(Raul)
He de confesar que me encanta responder esta pregunta, principalmente por lo poético del asunto.
La portada del libro es la historia de un grafiti de mi barrio. Un buen día apareció en una pared
cercana a la parada de Benicalap del tranvía de Valencia, un grafiti que era un puño alzado con la
bandera republicana pintada. Nada más. La siguiente vez que pase por delante, alguien había escrito
“arriba España” sobre el puño, y había añadido símbolos fascistas. La siguiente vez habían tachado
ese “arriba” y habían escrito “puta”. Y así fueron apareciendo proclamas fascistas y rojas, unas
sobre otras. A mi me hizo gracia ver ese panorama, ese grafiti republicano original se había
transformado en una suerte de batalla ideológica que se manifestaba a través del arte urbano. Me
pareció algo poético, precioso, la verdad. Y lógicamente fue lo primero que me vino a la cabeza
cuando toco escoger una portada. Y lo mejor de este asunto es que cualquiera que pase por allí aún
puede ver ese mismo grafiti que tanto me dijo a mí.
4. ¿Qué nos cuenta este libro y que podemos aprender de esto?
(Raul)
Este libro es un relato completamente autobiográfico que cuenta las experiencias que sufrió mi
abuelo desde su salida de España tras la Guerra Civil hasta su vuelta en el 39. Concretamente las
experiencias inhumanas de maltrato y vejación del campo de Argeles, y las quizá un poco mejores
condiciones del campo de Gurs. En el primero el relato es de pura supervivencia, en el segundo el
discurso es un tanto más ideológico. Lo que podemos aprender de esto es un fragmento de la historia reciente de nuestro país que debe
ser recordado. Y uso el imperativo de forma muy consciente, porque tengo muy claro aquello de “si
olvidamos nuestro pasado estamos condenados a repetirlo”. Y viendo como está el panorama actual
dudo que la estrategia de olvidar para superar sea efectiva.
5. ¿Hay algo heroico en la guerra o la experiencia del exilio?
(Ambos)
Mi abuelo fue un chaval que a los veintiún años tomó el fusil para luchar voluntariamente contra el
fascismo. El quiso defender sus ideales aun a riesgo de morir y matar. Aunque él nunca reconoció
haber matado a nadie. Si me preguntan si veo heroicidad en ese acto, debo responder que sí. Pero
hay algo por debajo de ese relato, y es un ser humano real, un ser humano que se vio obligado a
marchar y que veía la experiencia de su propia muerte casi a diario, que se dedicaba a ligar con
muchachas porque disfrutaba mucho de la seducción, que se fue al exilio y que no paró de repetir
“yo morí en la guerra” hasta que realmente murió en el 98. No, en esa historia real no hay héroes ni
villanos. No creo que en la vida real hay cabida para relatos fantasiosos de héroes y villanos. Desde
mi punto de vista mi abuelo fue un niño al que le obligaron a coger un arma por defender una
justicia obvia.
Ya he dicho que admiro la decisión de mi abuelo, y me gusta pensar que yo tomaría la misma, por
deber, por ideales, es igual.
Reconozco de igual manera mi admiración por grandes personas como
Durruti o la Pasionaria, pero son personas, con sus defectos y sus vidas. Vidas que fueron
destrozadas, que se entregaron en esa matanza a la que los fascistas les obligaron a marchar. No hay
heroicidad en eso. Solo veo tristeza y sacrificio.
(Jose Manuel) Se lo preguntas precisamente a un héroe de guerra. A un hombre que tuvo que enterrar su medalla
al valor en la arena de la playa en un campo de concentración francés antes de regresar a España. A
un hombre que se fue voluntario a la guerra con 21 años y que en dos años era Teniente. A un
hombre que, como todos los demás, hombres, mujeres, ancianos, enfermos, niños, lucharon por sus
ideales, por su República, por su Libertad, por su Bandera, por su pueblo, por su tierra, contra la
bestia salvaje del fascismo. Ellos morían bajo las bombas, bajo los caballos, bajo las balas. Eran
héroes, por supuesto.
Pero si lo fueron en la guerra, mucho más lo fueron en los campos de concentración de la
democrática Francia. En Argelès, sin agua, sin comida, sin cobijo, sin salud tuvieron que ser héroes
para sobrevivir a las torturas, a las violaciones, a los caballos, a los senegaleses.
6. ¿Cómo calificarías el exilio de los/as republicanos?
(Jose Manuel) Esta pregunta me confunde. ¿Exilio? Impecable. Hay exiliados en Francia, México,
Argentina, toda América Latina, Marruecos y Argelia y casi toda Europa. En general con
todos los problemas que tiene un exiliado fueron aceptados, formaron sus familias y se
adaptaron al país.
No es lo mismo si consideramos como fue cruzar la frontera. A los campos. Cuando del campo
salía un barco eras un exiliado. Si regresabas a España eras un cochino perro rojo. Si
ayudabas a Francia en su guerra podías morir en cinco minutos o acabar siendo un héroe.
7. ¿Cómo definiríais a Manuel Cervera Pomer?
(Jose Manuel)
Un hombre honesto. Trabajador, íntegro, luchador, buen padre.
Muy amargado. “Mi vida terminó cuando perdí la guerra”.
8. ¿Cómo fue el trato hacia vuestro abuelo/padre cuando llegó a Francia?
(Jose Manuel)
Magnífico. Lleno de amor, empatía, solidaridad. La democrática Francia con su pacto de no
agresión dejó que las bestias pardas de Hitler, los fascistas italianos y los fachas españoles
mataran, bombardearan, masacraran a los republicanos españoles pensando que si mataban
españoles no matarían franceses. Y cuando la República fue humillada y vencida y la gente
empezó a cruzar la frontera.
Siempre nos quedará Argelès.
Arena, sin agua, sin comida, sin tiendas, sin letrinas. Los senegaleses, los marroquíes a
caballo, los gendarmes….
Hambre, falta de higiene, sin sanidad, violaciones, tortura, prostitución…
El trato fue "magnífico"
9. ¿Cómo llegasteis a publicar el libro?
(Raul)
He de reconocer que el proceso de publicación del libro fue más arduo y tedioso de lo que esperaba.
Se llevó a cabo por unas convicciones férreas que tanto mi padre como yo tenemos, y se sumaron,
quizá, mis sueños de juventud.
Lo primero por lo que tuvimos que pasar, mucho más mi padre que yo, fue la transcripción y
corrección de un libro escrito a máquina, lleno de faltas de ortografía y tachones a mano. Un
esfuerzo titánico. Lo segundo fue el Covid, que como a todos nos hizo ir a ciegas, la venta y las
presentaciones fueron caóticas, hasta el punto de presentar el libro casi un año después de publicarlo
y a nada de acabar existencias. Al final, gran parte del mérito se lo lleva el facebook de mi padre. Y
lo último ya fue la presentación. Con sus nervios, su presión, y lo divertido que fue para mi. Era la
primera vez que hablaba en público más allá de las experiencias del colegio.
10. ¿Qué mensajes queréis hacer llegar a las juventudes de hoy en día?
(Raul)
En primer lugar una defensa ideológica que reza “el fascismo debe ser combatido”, porque lo que
vivió mi abuelo es lo que sucede cuando se permite que el fascismo pulule por la sociedad como si
de otra ideología igualmente válida se tratara. El fascismo es la mayor bajeza de nuestra especie, es
lo que demuestra que en ocasiones somos monstruos.
En segundo lugar hay una reflexión humanista, mi abuelo aún tuvo suerte, porque fue torturado
física y mentalmente, porque fue represaliado, pero pudo sobrevivir. Aunque quiero recordar ese
“yo morí en la guerra”. Pero hoy por hoy, tenemos a nuestros muertos en cunetas, hijos de
republicanos siguen criándose como mexicanos o franceses. Hoy por hoy aun hay familias que no
saben lo que les paso a sus padres o abuelos.
Y esa gente merece dignidad, eso es lo más
importante. A las personas que pensamos así nos acusan de reabrir heridas, pero no se dan cuenta de
que las heridas siguen abiertas a causa de un olvido forzoso, a causa de la deshumanización de
nuestros muertos. Eso no se puede tolerar.
Y por último me gustaría lanzar una última reflexión a esos jóvenes que puedan leerme ahora.
Nunca se debe dejar de luchar. Jamás. Porque todas las luchas que buscan la dignidad de las
personas son mi lucha, nuestra lucha. Porque el mundo debe ser mejor. Porque hasta que todos
seamos libres, nadie lo es.