Línea Proletaria: Publicamos
a continuación una entrevista propuesta por el blog El
bloque del Este.
La idea original consistía en su publicación en 2017. No obstante,
tanto la prioridad de otras tareas, como nuestro empeño en que este
trabajo no resultara simplemente en la repetición de
posicionamientos que pueden encontrarse de forma más detallada en
nuestras publicaciones, sino que redundara en esa tarea fundamental,
que nos tomamos muy en serio, de formación de cuadros y
propagandistas, han retrasado desafortunadamente su publicación
hasta hoy. Nos disculpamos públicamente con el entrevistador y
confiamos en que la vanguardia pueda encontrar utilidad en las
páginas que siguen.
El comunismo está
en una profunda crisis, algo que ningún comunista honesto puede
cuestionar. Asumirlo es el primer paso para poder plantearse qué
tareas atañen hoy en día a los comunistas. El Ciclo revolucionario
abierto en el Octubre soviético agotó sus premisas históricas, lo
que nos obliga a recolocarnos como comunistas a la altura de las
circunstancias. Si la vanguardia no asume las consecuencias de
nuestra historia, no habrá revolución proletaria posible en el
futuro. Es por ello que la Línea de Reconstitución plantea como
ineludible tarea actual de la vanguardia la reconstitución
ideológica del comunismo —esto es, la resituación del marxismo
como teoría hegemónica entre la vanguardia—, con el Balance del
Ciclo de Octubre como medio fundamental para ello.
Presentación de Línea Proletaria |
Así,
Línea Proletaria
es el
órgano de expresión de quienes trabajamos por articular un
movimiento revolucionario, que exprese la ideología revolucionaria
del proletariado como clase independiente. Aquellos que se
referencian en el comunismo y su historia revolucionaria han de
plantearse seriamente si su objetivo es trabajar por la revolución o
es, por el contrario, conseguir una u otra migaja de la burguesía,
reforzando la general situación de desesperanza en la que se
encuentra el proletariado mundial con relación a la posibilidad de
un mundo distinto. Quienes tengan claro que lo únicamente
revolucionario es lo primero, verán en Línea
Proletaria
un altavoz desde el que conocer y trabajar por la reconstitución del
comunismo.
Línea Proletaria
expresa la aplicación del marxismo al marxismo mismo, siendo el
medio para la socialización de los resultados del Balance del Ciclo
de Octubre en el conjunto de la vanguardia, así como de otros
contenidos y actuaciones propios de la fase actual de reconstitución
ideológica. Una socialización que supone intrínsecamente el
ejercicio de la lucha de dos líneas y la creación de vínculos
políticos, ya que Línea
Proletaria
va agrupando a los sectores más avanzados en torno a esa
construcción del referente de vanguardia marxista-leninista,
correlato político de la reconstitución ideológica del comunismo
como teoría de vanguardia. Inspirados, además,
en el espíritu de lo que para el bolchevismo supuso el llamamiento
de Lenin para generar «un periódico para toda Rusia», que sirviera
para imprimir un revolucionario objetivo y direccionalidad común a
toda la vanguardia marxista rusa, que la ayudara a superar los
“métodos artesanales” de los círculos locales, y a diferencia
de las publicaciones periódicas del revisionismo —a medio camino
entre el boletín sindical y la revista de tendencias—, Línea
Proletaria
quiere ser expresión y medio de enganche de la vanguardia a las
tareas sustantivas que hoy le atañen. Aunque el comunismo esté en
crisis, hemos de tener presente que disponemos de un legado histórico
del que carecieron nuestros antecesores revolucionarios, toda una
vasta experiencia de revoluciones, dictadura del proletariado y
construcción del socialismo.
3. ¿Qué es la
reconstitución del comunismo?
Sin asumir esta tarea, el
comunismo, hoy hegemonizado por el fruto
podrido
de todo ese agotamiento histórico que es el revisionismo fósil y
absolutamente incapaz de nuestros días, seguirá en la franca
retirada y descomposición en la que se ve inmerso desde hace ya
demasiadas décadas.El doble sentido
(ideológico y político) en el que decimos que es necesaria la
reconstitución no expresa sino la necesidad de, primero, atender las
cuestiones que hoy atañen al comunismo como cosmovisión, como la
concepción integral del mundo que es frente a la degradación
analítica y fragmentaria a la que le somete el revisionismo. Esta
tarea ideológica es inseparable de su dimensión práctica, que es
el desarrollo de los vínculos político-organizativos entre la
vanguardia, con la mira puesta en la construcción de un referente
marxista-leninista. En segundo lugar, lograr su fusión con las
amplias masas de la clase en forma de verdadero Partido Comunista,
cristalización de la relación objetiva entre teoría de vanguardia
y movimiento proletario, cuyos efectos sociales son ya revolución en
marcha mediante la guerra popular.
La reconstitución
del comunismo no es otra cosa que volver a hacer del comunismo ese
«movimiento real que anula y supera el estado de cosas», esto es,
la condición de posibilidad para la transformación revolucionaria
de la humanidad en el presente momento histórico. La reconstitución
es necesaria por la sencilla razón de que el Ciclo de Octubre quedó
agotado ideológica y políticamente junto con las premisas
históricas que lo sustentaron. Es por ello que, para que el
proletariado pueda volver a la ofensiva, iniciando un nuevo y
superior ciclo revolucionario, el comunismo ha de reconstituirse
ideológica y políticamente sobre la base de su experiencia
revolucionaria acumulada, así como del estado de las ciencias en
general, para ponerse a la altura del saber alcanzado por la
humanidad en el momento histórico actual.
4. ¿Cumple
alguna labor el trabajo de reconstitución del comunismo con el
movimiento comunista español actual?
Si la reconstitución
ideológica que trabajamos por llevar a cabo apunta hacia lo
universal, hacia la Línea General de la revolución en el presente
momento histórico, ello es muestra de que el movimiento comunista en
el Estado español, como materialización concreta del Movimiento
Comunista Internacional, no puede ser ajeno a la situación por la
que éste atraviesa a raíz del fin del Ciclo: hegemonizado por el
revisionismo, en forma de organizaciones y corrientes incapaces de
dar solución a los retos que la Revolución Proletaria Mundial (rpm)
tiene
por delante en el presente momento histórico. Ante ello, en lucha
contra toda la podredumbre revisionista que mantiene al comunismo en
el lodazal de un oportunismo cada vez más decadente, representado
protagónicamente por la línea sindicalista-parlamentarista
encabezada por el kke
—y sus disputados
adláteres patrios—, el Movimiento por la Reconstitución plantea
la franca y decidida lucha de dos líneas para resituar al
marxismo-leninismo en su posición de vanguardia, y para acabar
políticamente con todos esos agentes de la burguesía venidos a
menos que continúan vehiculando la fe de sus decrecientes masas en
la reforma del Estado burgués.
5. ¿Cómo
influye esta reconstitución a la reconstrucción de un partido
comunista de nuevo tipo?
6. ¿Qué
partidos comunistas han sido los motivadores de esta línea
política?
7. Existe un
Comité por la Reconstitución, ¿qué función tiene?
10. ¿Qué
opinión tenéis acerca del sindicalismo en España?
9. ¿Y sobre el
feminismo?
10. ¿La
situación que se está dando en Catalunya se podría calificar de
lucha por la liberación nacional?
11.¿Cómo veis
las elecciones generales y autonómicas en España?
Las elecciones no expresan más que una redistribución de las cuotas de poder político de las distintas fracciones burguesas en su arena parlamentaria, y el único interés que reviste actualmente para la vanguardia es en tal calidad de expresión del estado de los vínculos entre el Estado burgués y las masas. Todo llamamiento actual a la participación del proletariado en el circo electoral expresa la necesidad que tienen los aspirantes a representantes de la aristocracia obrera y pequeña burguesía de hacerse con los votos proletarios para continuar ejercitando su cretinismo —a su pesar, cada vez más extraparlamentario. Y es que todo el revisionismo está o estaría encantado de poder movilizar todos esos votos que suelen engrosar los porcentajes de abstención para poder demostrar que otra forma de gestión del capitalismo, de la explotación del proletariado, es posible, y así reforzar aún más su papel de liquidadores de toda posibilidad de maduración revolucionaria de la consciencia de los proletarios.
En modo alguno cabe, por tanto, la concurrencia
parlamentaria una vez culminada la reconstitución política, ya que
el único medio revolucionario de incorporación de las masas a la
revolución es mediante la generación, aplicación y experiencia de
su propio poder —de su propia dictadura—, esto es, mediante la
Guerra Popular que se inicia una vez reconstituido el Partido
Comunista. Es en la etapa prepartidaria, de reconstitución política
en curso, cuando la vanguardia puede plantearse servirse de medios
parlamentarios e institucionales en general, únicamente como medio
de propaganda entre los sectores avanzados, es decir, como medio de
acumulación de fuerzas de vanguardia; y teniendo, además, presente
que esa vía legal y pacífica no será en modo alguno el instrumento
principal de despliegue de su línea de masas, ni tampoco aplicable
en cualquier coyuntura ni para ningún fin distinto del Plan de
Reconstitución.
12. Este año
[2017] es el año del centenario de la revolución de Octubre de
1917, ¿cómo veis vosotros este centenario?
Octubre demostró que el proletariado necesita dotarse de su forma
superior de organización, el Partido Comunista; demostró,
igualmente, que el proletariado, como ya avistara Marx tras la
experiencia comunera, lejos de tomar intacta la maquinaria estatal
burguesa, ha de construir su Nuevo Poder desde la destrucción de su
antagónico burgués. Asimismo, el Balance nos permite comprender
hasta qué punto el Ciclo abierto en el 17 se enmarca en un
entrelazamiento histórico de las revoluciones burguesa y proletaria,
lo que necesariamente dejaría su impronta en el contenido del
Programa revolucionario del proletariado, así como el límite que,
en tanto que negación de lo históricamente aportado por la
burguesía, le imponía el no tener otra referencia que la misma obra
burguesa.
13. También se
celebran 50 años de la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP),
¿por qué reivindicáis esta revolución socialista? ¿Qué
es lo que ha aportado esta revolución al movimiento comunista
internacional?
14. Sobre el
internacionalismo, ¿consideráis que en la actualidad existen
países socialistas o no?
15. ¿Qué
opináis de la insurgencia naxalita en la India? ¿Cumple el pci
(maoísta)
un papel de vanguardia proletaria? ¿Y sobre el Partido Comunista de
Filipinas?
16. Volviendo al
tema de la peculiar GRCP,
¿qué objetivos creéis que tenía esta revolución socialista en
China y a nivel internacional con los pueblos oprimidos?
De este modo, vemos
cómo la línea leninista desarrollada en la urss
en base a la alianza del proletariado revolucionario y el
campesinado, se ve ampliada, como anunciaba el propio Lenin y
profundiza Mao, con la alianza internacional del proletariado
revolucionario y los pueblos oprimidos, donde se dan las condiciones
análogas al escenario chino, en las que el proletariado
revolucionario ha de ligar a la construcción del socialismo los
elementos en marcha de la revolución nacional antimperialista y la
guerra campesina.
17.¿En esta
revolución se dieron a conocer los errores de Mao Zedong y del PCCh
durante la revolución china con sus respectivas autocríticas?
18. Habéis
publicado un artículo sobre Irlanda, a nivel personal me interesa
mucho la cuestión de irlandesa, ¿por qué se publicó ese artículo
y de qué trata?
19. ¿Existen
colectivos o partidos que luchan por la reconstitución del
comunismo?
20. ¿Qué es el
Partido Comunista Revolucionario? ¿Es el partido de Bob Avakian?
Frente a quienes
plantean una “reconstrucción” del Partido Comunista
que se
materializa en los tan conocidos como fracasados llamamientos a una
unidad organicista, sin principios definidos, entre sectores de
vanguardia, la Línea de Reconstitución siempre ha postulado la
necesidad de reconstituir el Partido Comunista, de volver a fusionar
la teoría revolucionaria con el movimiento obrero como contenido
mismo de la revolución actuante. Lejos de ser enfoques o matices de
algún modo complementarios, lo que aquí se dilucida es el recorrido
de dos concepciones antagónicas en lo que tiene que ver con la
naturaleza del Partido Comunista.
Nosotros somos conscientes de que
sólo desde la reconstitución ideológica y la lucha de dos líneas
en torno al Balance, como motor que es del desarrollo ideológico de
la vanguardia, podrá no sólo proclamarse sino conquistarse
realmente una unidad verdaderamente revolucionaria, erigida sobre una
base ideológica que, entonces sí, permitirá acometer la fusión
con las masas de la clase, generando ese sistema de relaciones que
llamamos Partido Comunista. Para ello, lo primero es reconocer que no
existe hoy tal Partido Comunista en el Estado español, pues lo que
tenemos es un cúmulo de organizaciones que agrupan a sectores de la
vanguardia sin apenas relación con las grandes masas de la clase y
apegados a postulados caducos que liquidan toda posibilidad
revolucionaria.
La Línea de
Reconstitución
se
inspira, como no podría ser de otra forma para un comunista, en las
experiencias revolucionarias que colocaron al proletariado a la
vanguardia de la humanidad. No se trata, sin embargo, de pretender
repetir un esquema petrificado de un episodio concreto, sino de
extraer las lecciones legadas, el espíritu
ideológico que guio su letra
práctica, para aplicarlas en el presente. Los hitos del proletariado
revolucionario durante el Ciclo de Octubre, que no incluyen solamente
las grandes victorias para la revolución, sino también las derrotas
que fueron expresando el progresivo desgaste de las premisas del
Ciclo, pues no cabe, como hace el revisionismo, comprender las unas
sin las otras, ya que son todas expresión de un mismo proceso de
Revolución Proletaria Mundial.
A día de hoy, el
Comité por la Reconstitución es la manifestación pública y
organismo editor de Línea
Proletaria.
Es
el fruto de la unidad conquistada, a través de la lucha de dos
líneas, por los distintos destacamentos de vanguardia que hasta hace
no mucho constituían la fragmentada materialización política de la
Línea de Reconstitución.
En primer lugar,
huelga decir que un comunista siempre entenderá como legítimas las
diversas expresiones de resistencia por parte de aquellas masas sin
otra referencia aspiracional que la de su adaptación a un
indiscutido medio. Sin embargo, conviene tener presente, desde una
perspectiva más profunda y menos inmediata, que el sindicalismo
transitó ya su etapa históricamente progresista al contribuir a la
conformación del proletariado como clase económica, sentando las
bases objetivas de su maduración como clase política. Con el
imperialismo, como bien desarrolló Lenin, el sindicalismo pierde esa
inocencia
histórica y pasa a ser una correa de transmisión de la burguesía
en el movimiento obrero. El proletariado ya ha desarrollado su forma
superior de organización, el Partido Comunista, y las formas propias
de su etapa de conformación como clase en sí, como es la sindical,
no hacen hoy sino reproducirlo como capital variable, en franca
complicidad con la reforma del Estado burgués, con la reproducción
de las relaciones capitalistas, y al servicio de uno de los
principales subproductos de la fase imperialista del capitalismo, la
aristocracia obrera, segmento aburguesado de la clase proletaria que,
beneficiándose de la división internacional del trabajo, hace uso
de esas viejas formas que son el sindicato y el partido obrero
liberal (socialdemócrata) para obtener su cuota de representatividad
en la concertación interburguesa.
En relación con la
pregunta anterior, debemos rechazar toda vía de corporativización
que ate a las masas a esa fe en la reforma del Estado burgués, como
ha hecho de forma crecientemente explícita el movimiento femenino
burgués —o feminismo. El feminismo, que plantea un conflicto entre
sexos como vía para la redistribución de cuotas de participación y
poder en los ámbitos público y privado de las relaciones
capitalistas, no pone en cuestión las bases fundamentales de la
sociedad de clases —en cuyo seno se encuentra el origen y sustento
de toda opresión hacia la mujer—, lo que le ha llevado siempre a
oponerse, en esta fase imperialista de revolución o barbarie, a las
experiencias revolucionarias del proletariado.
El comunismo
considera la emancipación de la mujer como parte del contenido
intrínseco necesario de la revolución proletaria, como obra de
autoemancipación de los oprimidos. Para la Línea de Reconstitución,
por tanto, sólo mediante la Revolución Proletaria se puede llegar a
la raíz del problema: la familia, la propiedad privada y la división
social del trabajo, fundamento de toda sociedad dividida en opresores
y oprimidos.
La existencia de un
fuerte movimiento nacional en Cataluña es innegable, y sus masas
demostraron en la calle su voluntad de que se ejerciera con efecto
ejecutivo su derecho de autodeterminación, infligiendo una derrota
política al Estado español cuando el 1 de octubre de 2017
demostraron ser capaces de organizarse con la intención de ejercitar
ese derecho. Sin embargo, este aspecto insurreccional, de masas y
ejecutivo, con la valiosa carga de experiencia política en lo que al
ejercicio del mandato democrático y el desprecio por la legalidad
burguesa se refiere, se ha demostrado incapaz de imponerse al otro
aspecto, también burgués, que es el de la representatividad
parlamentaria, pues aquél está, igual que éste, anclado al
comportamiento de una clase que ya ha perdido todo vigor
revolucionario, una vez consumado y decadente su proyecto histórico.
Demostrando no sólo el cretinismo del nacionalismo vestido de rojo,
pequeña burguesía que ofrenda a su
burguesía nacional una impagable labor de contención de masas, sino
también la propia inevitabilidad de tal decurso, toda vez que se
trataba de una lógica insurreccional sin actor revolucionario sobre
el terreno que pudiera vehicularla de
otro modo,
ante lo cual solo queda acabar, politiqueo
y ajustes de cuentas burgueses mediante, reforzando la reproducción
reformada
del Estado burgués.
Las elecciones no expresan más que una redistribución de las cuotas de poder político de las distintas fracciones burguesas en su arena parlamentaria, y el único interés que reviste actualmente para la vanguardia es en tal calidad de expresión del estado de los vínculos entre el Estado burgués y las masas. Todo llamamiento actual a la participación del proletariado en el circo electoral expresa la necesidad que tienen los aspirantes a representantes de la aristocracia obrera y pequeña burguesía de hacerse con los votos proletarios para continuar ejercitando su cretinismo —a su pesar, cada vez más extraparlamentario. Y es que todo el revisionismo está o estaría encantado de poder movilizar todos esos votos que suelen engrosar los porcentajes de abstención para poder demostrar que otra forma de gestión del capitalismo, de la explotación del proletariado, es posible, y así reforzar aún más su papel de liquidadores de toda posibilidad de maduración revolucionaria de la consciencia de los proletarios.
Frente a ello, la
Línea de Reconstitución tiene claro que pretender acumular masas
mediante el parlamentarismo, es decir, mediante la propaganda y no
mediante el Programa y el Nuevo Poder, no supone más que el
refuerzo, con pátina comunista, de una de las expresiones más
nítidas y transparentes de la dialéctica masas–Estado, la de la
representatividad política, engarce en periódico y democrático
reajuste de las demandas espontáneas de todos los sectores sociales
en el seno de los mecanismos de corporativización del Estado
burgués.
Así pues,
encontrándonos hoy en una fase todavía inicial de dicho plan, la de
la reconstitución ideológica, y por tanto estando sin resolver
entre la vanguardia teórica cuestiones fundamentales que habrán de
dar sustento al agrupamiento de la misma en torno a su referente
marxista-leninista, como la Línea General y Política de la
revolución, la única actitud para con las elecciones burguesas
consecuente en este momento, lejos de la timorata y estéril
“abstención activa”, es el llamamiento al boicot, como expresión
de rechazo a las ataduras que el cretinismo trata de imponer al
proletariado, como medio de ir educando a las masas de la clase en el
desprecio a los instrumentos legales de la burguesía y en la
necesidad de la violencia revolucionaria, y como llamamiento a que la
vanguardia se ocupe de las tareas necesarias en el presente momento.
El mejor homenaje al
que nos convocó este centenario fue el desarrollo y profundización
en el Balance del Ciclo abierto con aquella revolución, de lo que da
muestra el número 2 de Línea
Proletaria,
el cual es un buen ejemplo de cómo, mediante la aplicación del
marxismo al marxismo, podemos desarrollarlo y volver a situarlo en su
posición de referente ideológico y político. Nada que ver, pues,
con las vacuas y folclóricas menciones del revisionismo, henchidas
tanto de dogmatismo como de superficialidad.
La revolución de
Octubre supone la primera experiencia de dictadura del proletariado
—con la gloriosa pero efímera salvedad de la Comuna parisina—,
fuente de fundamental aprendizaje para nuestra clase que no hubiera
sido posible si el bolchevismo no se hubiera impuesto a todos
aquellos que apostaban por mantener al proletariado dependiente de la
iniciativa de otras clases, temerosos de que se atreviese a aplicar
por las armas su propia voluntad de ser una clase revolucionaria.
Había que tomar
las armas,
en definitiva, y haciéndolo no solo se realizó la mayor
transformación revolucionaria que la humanidad hubiera visto, sino
que con ella se abrió todo un Ciclo revolucionario que puso patas
arriba
el mundo, demostrando que el comunismo, lejos de ser una mera
interpretación analítica del mundo, es principalmente el medio para
transformarlo y construir sobre él una nueva humanidad emancipada.
La revolución
proletaria no puede comprenderse hoy sin los elementos que la
experiencia revolucionaria del proletariado chino aportó al acervo
histórico del sujeto revolucionario. A la guerra popular como línea
militar proletaria frente al viejo golpe insurreccional, a la lucha
de dos líneas como el desenvolvimiento de la lucha de clases en la
teoría, como la crítica revolucionaria al revisionismo en el plano
ideológico, se une la revolución cultural como forma de ampliar y
desarrollar la dictadura omnímoda del proletariado en todas las
relaciones sociales, combatiendo al nuevo
revisionismo engendrado por la propia revolución en marcha y
asentado en los aparatos del Estado y del Partido.
Frente a la vieja
teoría
de las fuerzas productivas,
que supeditaba el factor subjetivo y la transformación de todas las
relaciones sociales al objetivismo del desarrollo económico, la Gran
Revolución Cultural Proletaria es la demostración de que la lucha
de clases continúa durante el socialismo, de que ese factor
subjetivo, la consciencia revolucionaria, es el factor principal en
el socialismo, tránsito de transformación radical de la sociedad
del capitalismo hacia el comunismo. Esto, que ha de ser hoy un axioma
de la revolución para todo marxista-leninista, es algo que los
revolucionarios chinos aprendieron mediante el análisis crítico de
la experiencia de sus camaradas soviéticos y mediante su propia
experiencia, especialmente tras el Gran Salto Adelante, lo que
ejemplifica y refuerza la importancia del balance de la experiencia
universal del proletariado revolucionario para el desarrollo del
movimiento revolucionario.
Un aprendizaje que no pudo sino acontecer
en un marco de limitaciones paradigmáticas, que dotaron del
necesario carácter contradictorio a la expresión teórico-práctica
de dicha lección, inserta aún en una dominante dialéctica
masas–Estado que dificultó y terminó ahogando los destellos de lo
nuevo, de esa dialéctica vanguardia–Partido que prefiguraba el
modo de continuar desarrollando revolución desde las más altas
cotas del Ciclo.
Estos conceptos, que
nos parecen fundamentales, emergen precisamente desde el estudio, con
perspectiva de Balance, de la experiencia de la GRCP y, con razón,
la señalan como el punto más elevado que alcanzó el proletariado
revolucionario durante el Ciclo de Octubre en su empeño por la
construir el nuevo mundo. Para profundizar en estas cuestiones,
recomendamos al interesado el artículo central del número 0 de
Línea
Proletaria.
Éste es un trabajo que, con toda humildad y hasta donde tenemos
conocimiento, creemos que extrae lecciones de la experiencia de la
GRCP de cuya profundidad e implicaciones incluso los mejores maoístas
no han acabado de percatarse.
No, consideramos que
no hay países que puedan considerarse socialistas, en la medida en
que aquellos que se reivindican como tal no son, como tozudamente se
encarga de demostrar la práctica, bases de apoyo de Revolución
Proletaria Mundial alguna, sino más bien bases de apoyo de uno u
otro bloque imperialista en pugna, gobernadas por burguesías
burocráticas erigidas al compás de la hegemonía revisionista en el
seno del Movimiento Comunista Internacional.
En la actualidad
vivimos en un momento de interregno entre dos ciclos de la Revolución
Proletaria Mundial, lo cual significa no sólo el fracaso episódico
de uno u otro proceso revolucionario concreto, sino la pérdida de la
fundamental referencia internacional que hacía a todos esos procesos
concretos parte conjunta de esa misma revolución mundial. Si en lo
ideológico esa referencia internacional se expresa como Línea
General de la revolución, en lo político lo hace como Internacional
Comunista, y el sintético ejemplo histórico de ello lo tenemos en
las 21
condiciones
de la Comintern, dando carta de naturaleza mundial a la brecha
abierta en el Octubre soviético, en torno a la cual se constituyeron
los partidos comunistas.
Este momento
histórico de interregno implica, pues, la ausencia de tales
elementos: no puede haber Línea General sin reconstitución
ideológica del comunismo, que dotará al proletariado mundial de una
teoría de vanguardia universal a aplicar mediante el análisis
concreto de cada ámbito de actuación, en forma de Línea Política;
asimismo, no puede haber Internacional sin reconstitución política
del comunismo, sin Partido Comunista desarrollando revolución y
sintetizando dicha Línea General para el impulso de más bases de
apoyo de la rpm.
Hemos de tener claro
que esta obra es responsabilidad del proletariado revolucionario, por
lo que no cabe esperar que sea el revisionismo hoy hegemónico quien
reconstituya la Internacional, los herederos de la disolución de la
Comintern, de la restauración capitalista en la urss
y en la rpc,
de la liquidación, en definitiva, de la revolución proletaria.
La Línea de
Reconstitución ha expresado en diversas ocasiones su inequívoca
solidaridad y admiración por la lucha de los revolucionarios en
India, y su compromiso por contribuir, también mediante la crítica
revolucionaria en el actual momento, a que su desarrollo transcurra
por las vías más fructíferas para la revolución mundial, frente a
aquellos que establecen una solidaridad basada en el seguidismo o,
peor aún, en el refuerzo de las tendencias liquidacionistas que se
abrieron decidido paso en el maoísmo internacional a raíz de la
claudicación en la guerra popular de Nepal.
No podemos obviar
que esa necesidad de reconstitución ideológica también incluye a
la corriente más avanzada dentro del Ciclo de Octubre, al maoísmo,
el cual, en sus momentos de mayor auge, no supo impulsar una
plataforma revolucionaria que apuntara hacia una nueva Internacional
sobre las bases de apoyo de los procesos armados de masas que tenían
ya lugar en zonas como India y Filipinas, donde el maoísmo ha podido
cabalgar rebeliones campesinas en curso. La bancarrota del Movimiento
Revolucionario Internacional (mri)
demostró la parálisis de la izquierda maoísta, que no fue capaz de
formar un frente antirrevisionista para la lucha de dos líneas con
el oportunismo que se abría paso en el seno del propio mri,
crecido con el desastre nepalí.
Si la Línea de Reconstitución se
toma muy en serio, como demuestran sus trabajos al respecto, el
ejemplo de Nepal, es porque esta experiencia pone al descubierto
elementos que han de ser sometidos a análisis crítico en este
periodo de reconstitución ideológica que atravesamos, y que afectan
directamente al campo maoísta.
Hemos podido
comprobar en los últimos años, con la excepción de la Línea de
Reconstitución y algunos destacamentos de la izquierda maoísta,
cómo la solidaridad con los camaradas indios está hegemonizada por
ese oportunismo derechista y centrista que saludó la liquidación
prachandista, algo que amenaza con reforzar las tendencias más a la
derecha en el seno del pci(maoísta).
Si en el caso indio esto es una razonable preocupación, dado el
estado general del mci,
en el caso filipino se justifica con creciente claridad, pues el
itinerario seguido por el pkp
de Sison apunta peligrosamente a un manejo de la capacidad de
movilización de masas (incluyendo la movilización armada) en tanto
que arma de negociación sobre la mesa de sus conversaciones con el
Estado, lo cual, más que de guerra popular, apunta a una línea
militar propia del guerrillero
reformismo armado.
Con todo, pese a que
consideramos que la clausura del Ciclo de Octubre, en tanto desgaste
de un paradigma histórico que vertebró todo su desarrollo, es un
desafío que afecta y atañe a todas las tradiciones o tendencias
históricas del movimiento comunista, ello no supone que no se deba
tener en cuenta cada contexto a la hora de afrontarlo. La necesidad
del Balance del Ciclo de Octubre no es incompatible con los diversos
escenarios concretos que hoy existen en el mci,
y la situación en estos países, en los que los revolucionarios
maoístas han conseguido mantener meritoriamente en pie un movimiento
de masas armadas bajo la hoz y el martillo, presenta un escenario de
gran valor para ese desafío general que afronta hoy el comunismo.
Nuestro llamamiento es a que estos partidos, que son el resultado de
una ligazón entre vanguardia y masas como no se da en ningún otro
lugar, aprovechen su capacidad para impulsar a la vanguardia en esa
dirección, tanto de cara al interior, reforzando el proceso
revolucionario del que son protagonistas, como de cara al resto del
mci.
Es sabido el
protagonismo que Lenin presagió al papel de los pueblos asiáticos
en el siglo xx,
ese viento
del Este
que iría desplazando el centro de gravedad de la Revolución
Proletaria Mundial. Y es que el entrelazamiento de las revoluciones
burguesa y proletaria, característica que marca todo el Ciclo, se
mostró de forma marcada en estos países, dado el grado de arraigo y
pervivencia de unas condiciones semifeudales y semicoloniales que
colocaron a los comunistas chinos en la tesitura de poner a prueba su
creatividad estratégica.
Extrayendo todo el
jugo posible de la experiencia soviética, y muchas veces a
pesar
de las propias directrices de la Internacional, muy marcadas por las
condiciones y perspectivas de la revolución en Europa, los
revolucionarios chinos, a través de la revolución de Nueva
Democracia, ligarán las tareas históricas pendientes de contenido
burgués con la propia revolución proletaria, con la construcción
del socialismo. Asimismo, sabrán transformar la revuelta campesina,
así como la tentación insurreccional del joven proletariado chino,
en guerra popular, desarrollando la línea militar del proletariado
revolucionario.
Naturalmente, como
extremo contrario al doctrinarismo que, ciñéndose a la letra
—que no al espíritu—
clasista, permanecía ciego a estos elementos de entrelazamiento que
el proletariado debía integrar de una manera revolucionaria en su
obra, se generó también la otra cara de la moneda, exacerbando esas
contradicciones a integrar y superar y reafirmándolas positivamente
como tercermundista
condición misma de la revolución, caso de la teoría de los tres
mundos, la imposibilidad de la guerra popular en los países
imperialistas, etc.
No es hasta que se
realiza un balance crítico de toda experiencia que la vanguardia
puede extraer sus limitaciones y enseñanzas; es por ello que,
consideramos, no es de recibo atribuir las limitaciones de tal o cual
proceso a meros errores particulares, a fallos en el pensamiento de
una o varias personas. Dicho simplemente: ni el destino de la
experiencia soviética se debe a “errores” de Lenin o Stalin, ni
el de la china a “errores” de Mao. La cuestión, por tanto, es
más compleja, y esos caminos fáciles terminan conduciendo a la
sustitución de la crítica por la demagogia.
Tenemos el ejemplo
de los revolucionarios peruanos, que serán quienes, aun dentro del
Ciclo de Octubre y como punto final del recorrido de aquel viento del
Este, lleven a su máxima expresión los elementos aportados por toda
la experiencia revolucionaria china. Aquello que, como la guerra
campesina, los revolucionarios chinos tuvieron que cabalgar, como
modo de integrar en el plan revolucionario aquello que ya aparece
dado en la realidad social —y que contribuyó a generar en ellos
una sobrevaloración del elemento espontáneo, una confianza en el
permanente o latente estado de rebeldía en las masas—, fue creado
por los revolucionarios peruanos desde su actuar consciente, esto es,
desde su anticipación planificada, forma en la que se expresa
históricamente el aprendizaje e interiorización de las leyes de la
revolución. De este modo, no sólo las masas campesinas en armas,
sino también los propios instrumentos de la revolución —Ejército,
Partido y Nuevo Poder— son generados desde la ideología, ampliando
con ello la importancia del factor subjetivo en la obra
revolucionaria. Cuestiones como ésta pueden estudiarse en toda su
perspectiva en el antedicho artículo central del número 0 de Línea
Proletaria.
El análisis de la
cuestión nacional, en general, se enmarca en el contexto de
reconstitución ideológica en el que estamos. Si uno de los
elementos principales que vamos extrayendo de ese ejercicio de
Balance tiene que ver con el entrelazamiento histórico de las
revoluciones burguesa y proletaria, este texto es muestra particular
de cómo ello despliega sus consecuencias en diversos y relacionados
aspectos del movimiento comunista, siendo en este caso la cuestión
nacional y la línea militar proletaria.
En numerosas y
señaladas ocasiones a lo largo de la historia, la cuestión
nacional, y como concreción de ella el caso irlandés, ha sido una
cuestión que ha permitido marcar la línea divisoria entre
revolución y oportunismo en el seno del movimiento obrero y
comunista. Ocurrió en tiempos de Marx, cuando señalaba la necesidad
de que el movimiento obrero británico adquiriera consciencia de la
opresión nacional que el imperialismo inglés ejercía sobre
Irlanda, así como en las polémicas de Lenin, cuando la firme
defensa del derecho de autodeterminación se elevó como imperativo
de un consecuente internacionalismo, frente al aburguesamiento del
movimiento obrero nacional,
que primaba la complicidad imperialista con su
burguesía frente a sus lazos de clase con el proletariado mundial.
¡El Movimiento por
la Reconstitución, naturalmente! La reconstitución del comunismo no
es —mal que les pese a algunos— un eslogan, una idea abstracta o
un ropaje fresco
con el que revestir las viejas miserias, sino que consiste en un plan
de actuación que siente y permita desarrollar los factores
ideológico, político y organizativo mediante los que tal proceso ha
de materializarse. Por ello, animamos a todo aquel comunista
preocupado por la reconstitución del comunismo como referente
revolucionario a permanecer
atentos a los desarrollos, en todos los planos, del Movimiento por la
Reconstitución y a no cejar en los esfuerzos por la aprehensión
crítica de la cosmovisión revolucionaria del proletariado.
Son dos
organizaciones distintas. El Partido Comunista Revolucionario de
Estados Unidos fue, décadas atrás, un destacamento a la vanguardia
del Movimiento Comunista Internacional, promoviendo la lucha
ideológica mediante un esfuerzo crítico al que merece prestar
debida atención (véase, a modo de ejemplo, el documento de su
autoría digitalizado por ediciones Línea Proletaria en 2016). Sin
embargo, a día de hoy, es un ejemplo de la bancarrota de un maoísmo
que, incapaz de sostenerse sobre los pilares del marxismo-leninismo
para afrontar sus cuentas históricas (como el balance de la grcp),
recurre a la exacerbación de los peores y más caros rasgos que
allanaron el triunfo del revisionismo, como ese cientifismo de
retórica mesiánica y personalísimo
culto
que exhala de forma cada vez más grotesca.
Revolutionary Communist Party, USA |
Por su parte, el
Partido Comunista Revolucionario del Estado español nace a
principios de los 90 del siglo pasado, en un momento en que, con el
derrumbe del bloque socialimperialista soviético, la crisis mundial
del comunismo adquiere todavía mayor envergadura. En ese contexto,
los camaradas del pcr
se dotan del Plan
para la Reconstitución del Partido Comunista,
a partir del cual inician una andadura que supone la creación y
desarrollo de lo que se conoce como Línea de Reconstitución, con
dos hitos fundamentales: de una concreción y desarrollo del Plan en
forma de Tesis
de Reconstitución del Partido Comunista,
en 1996, a un balance autocrítico de dicha experiencia práctica, La
nueva orientación en el camino de la Reconstitución del pc,
publicado en 2005, sin los cuales no puede entenderse el rumbo,
avance y crecimiento de la Línea de Reconstitución desde entonces,
siendo una tradición viva e ininterrumpida en la que el Movimiento
por la Reconstitución se inscribe orgullosamente.
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