Miquel Ramos, periodista , coautor de crimenesdeodio.info, https://teclista y vocalista del grupo Obrint Pas y es autor de varios libros como: "Antifascistas" y "De los neocón a los neonazis".
1. ¿De dónde te salió publicar este libro "Antifascistas"?
La idea del libro surge a raíz de un reportaje que hice para el periódico la Marea cuando Trump dijo que iba a ilegalizar Antifa. Hicimos un especial sobre Extrema derecha y Antifascismo y el último artículo que publiqué era una breve historia de los movimientos antifascistas en el estado español en los años 90 y allí se gestó la idea del libro. Llevo escribiendo sobre estos temas 25 años y es un tema que conozco de cerca y tenía mucha documentación guardada: tras plantear la idea a la editorial reuní esa información, hice entrevista y panifiqué el proyecto en un momento que mucha gente se hace la pregunta qué pasa con la extrema derecha ahora que está en las instituciones y explicar que desde siempre se la ha confrontado. La idea del libro es recordar que existe una tradición de lucha contra la extrema derecha aunque no tuviera representación institucional.
2. ¿El antifascismo tiene programa político propio? Algunos dicen que es solo oponerse al fascismo como sistema de gobierno.
El antifascismo es un movimiento muy diverso y plural y no responde a una única dirección política. Es un movimiento autónomo que en cada territorio se configura de una manera determinada por el contexto, las circunstancias y los objetivos impidiendo que exista un programa político propio estructurado más allá del objetivo de desactivar a la extrema derecha en todas sus formas.
Es muy diverso dando respuesta a esa extrema derecha con distintas personas y movimientos, desde grupos que frenaban a movimientos nazis en las calles, movimientos en el terreno periodísticos y de investigación, trabajos comunitarios en los barrios y campos artísticos como la música. El movimiento antifascista no es una estructura uniforme: es plural, diverso y se adapta las circunstancias.
3. ¿Se puede ser antifascista sin tener una vinculación con ideas políticas cercanas a la lucha de clases o el socialismo? Liberales, conservadores...
El antifascismo que trato en el libro trascurre entre finales de los ochenta y principios de los noventa hasta la actualidad tiene un sesgo y origen en la izquierda extraparlamentaria y movimientos sociales, implicando desde organizaciones anarquistas, comunistas hasta movimientos vecinales, ecologistas, antimilitaristas, antiimperialistas, etc… es muy plural. En Europa lo normal para un demócrata sería considerarse antifascistas porque es enemigo de la democracia, sin embargo, las democracias occidentales tienen muchas carencias a la hora de respetar los derechos humanos cuando incorporan políticas de extrema derecha en sus países. No basta con declararse antifascista y oponerse a los nazis sino construir una estructura que evitar que el programa de la extrema derecha sea asumido por socialdemócratas y liberales. El ejemplo más reciente fueron las declaraciones de Pedro Sánchez con Melilla. Existen (o debería haber) unos mínimos consensos básicos de cualquier demócrata donde los Derechos Humanos deberían ser la línea entre fascismo y democracia pero muchas veces esas declaraciones son cómplices de la extrema derecha.
4. ¿El antifascismo también está en la cultura popular?
Sin ninguna duda: en la cultura popular subyace siempre un carácter rebelde y antiautoritario. Y queda patente en el mundo de la música: desde el Rock Radical Vasco, el hip hop, la música mestiza y las bandas de marcado carácter político que forman parte de la cultura popular en contextos muy politizados. La cultura siempre ha sido una herramienta de transmisión de las ideas dominantes pero también de otros valores y alternativas. Por eso la izquierda ha estado vinculada en gran parte a muchos movimientos artísticos y grandes artistas e intelectuales que han transmitidos esos valores a través del arte y la cultura popular.
5. Se acusa al fascismo de ser un método de dominación de la burguesía ¿Qué opinas de los discursos obreristas de autores fascistas como Ramiro Ledesma o Primo de Rivera? Sus discursos se pronuncian tanto contra el capitalismo y los liberales por no tener patria y contra los comunistas por "querer destruirla".
La retórica es una cosa y la realidad política es otra: el fascismo copió la retórica y parte de la estética de la izquierda para tratar de desmovilizar al proletariado en opciones revolucionarias. Sin embargo no podemos comparar, por ejemplo, el patriotismo fascista del periodo de entreguerras con el patriotismo y la cultura proletaria de los movimientos de izquierdas. Una cosa es la retórica pero, en la práctica, el fascismo siempre ha favorecido a las élites económicas y nunca han tocado las estructuras de poder, de hecho, han sido un instrumento de la burguesía y las clases dominantes para someter a la clase trabajadora. Eso es histórico y se ha demostrado: utilizan mucho la retórica izquierdista para camuflar otros intereses que justifican cualquier tipo de atrocidad. Que llevan la bandera rojinegra y se llamen revolucionarios: la realidad es que no comparten nada con ellos sino todo lo contrario.
6. ¿Habrá versión en lengua valenciana/catalana de "Antifascistas"?
Pues si la habrá. Producida por mí, saldrá después del verano.
7. ¿Qué características tenía el fascismo en los años 90? Hubo casos de asesinatos a antifascistas en esa época...
La extrema derecha de los años 90, que es la que yo retrato en los primeros capítulos del libro y sufrí cuando era adolescente, era una nueva generación de fascistas que no tenía esa patina casposa de los franquistas de toda la vida y los pistoleros de la Transición. Era una nueva forma más semejante a la extrema derecha europea, muy vinculada a los movimientos ultras del fútbol, la estética skinhead y grupo neonazis que cometieron muchos crímenes de odio durante aquellos años: fue un movimiento muy seductor para una parte de la juventud que creía en esa idea de familia y camaradería y disfruta con el terror que infundían cuando paseaban por las calles o de cacería. Era una extrema derecha más descarada y mucho más violenta.
8. ¿Al fascismo solo se le puede combatir con la misma violencia con la que este se manifiesta de manera hasta para militar?
Al fascismo no se le combate única y exclusivamente con violencia: al fascismo se le combatió con violencia cuando ellos eran muy violentos en las calles, consiguiendo para esa violencia gracias a que hubo gente que les plantó cara. El fascismo era mucho más que las bandas nazis: había organizaciones políticas a mediados de los noventa que incluso lograron concejales y tiene sus fundaciones y lobbies. La violencia tiene que ser siempre el último recurso. La única respuesta frente a la inacción institucional fue plantarse ante ellos, pero, hoy en día, no se les puede combatir con violencia porque no soluciona el problema.
9. ¿Alguna mención a las antifascistas y la participación femenina/feminista en la lucha contra el fascismo en los 90?
Hoy en día el papel del feminismo es clave en la lucha contra la extrema derecha porque la extrema derecha ha puesto a las mujeres y los derechos de las mujeres y el colectivo LGTBi en el punto de mira y el centro de sus ataques. Antes no era tan evidente, pero siempre ha habido mujeres militando en el antifascismo en todas sus formas. En el libro hay un capítulo dedicado al feminismo y el mundo LGTBi donde hablo de gente muy politizada y de los grupos pioneros de la época. Hoy en día los tres movimientos (antifascismo, feminismo y LGTBi) están más normalizados y entrelazados siendo un dique de contención frente a la extrema derecha.
10. Tengo que preguntar esto ¿Los/as antifascistas van obrint pas?
Los antifascistas son muchos y han abierto paso a los largo de su existencias con sus errores y sus aciertos pero siempre quedan sus enseñanzas. Siempre hay que agradecerles a todas esas personas que pusieron la cara y se jugaron todo por nosotros: todos los movimientos sociales que han acompañado al antifascismo todos estos años también merecen el reconocimiento por ser precursores de lo que tenemos hoy: existe movimiento y memorias antifascistas gracias a la lucha de la gente que peleó para que la gente recogiera el guante. El antifascismo abrió paso en su día y, hoy en día, siguen siendo un movimiento que abre muchas puertas.
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